Al regresar a Barcelona, Ansu Fati contaba con el respaldo tanto del club como del entrenador alemán Flick. Durante el inicio de la pretemporada, su buen rendimiento en los entrenamientos, junto con una plantilla reducida, le valieron la confianza del técnico, quien decidió incluirlo en sus planes. Sin embargo, justo cuando alcanzaba su mejor nivel, una nueva lesión interrumpió su progreso: una fascitis plantar lo dejó fuera de la gira amistosa en Estados Unidos y le impidió comenzar la temporada actual. «A Ansu le tenemos que ayudar a volver con más fuerza», afirmó Flick en su momento.
Con la llegada de Flick, conocido por su compromiso con los jugadores jóvenes de la cantera, se abría una nueva oportunidad para Fati. El entrenador prometía ser una figura clave para guiar al jugador en su regreso, renovando su confianza y planteándole un horizonte distinto en el club. Flick dejó claro a Fati cuál sería su papel en el equipo, y el joven jugador, satisfecho con la honestidad del técnico, aceptó con entusiasmo su nueva etapa bajo su dirección.
Ansu Fati emergió como una gran promesa en el Barcelona, batiendo récords de precocidad y destacando junto a estrellas como Messi y Suárez. Sin embargo, una grave lesión en 2020 marcó el inicio de problemas físicos recurrentes. Tras la salida de Messi, asumió el rol de líder con el dorsal 10 a solo 18 años, pero las expectativas y las lesiones complicaron su rendimiento.
En 2023, el club decidió cederlo al Brighton para aliviar la presión y revitalizar su carrera. Críticas recientes señalan que su ascenso fue apresurado debido a las necesidades del Barcelona, lo que pudo afectar su desarrollo y trayectoria.